La no tan pulcra, pero muy lucrativa Inteligencia Artificial.
Plataformas como CrowdGen de Appen, Oneforma (ahora Centific), MTurk y Clickworker venden la idea de trabajos flexibles y la oportunidad de contribuir al desarrollo de la inteligencia artificial. Sin embargo, detrás de esta fachada tecnológica, más deslumbrante que un casino de Las Vegas, acecha una realidad inquietante: salarios bajos, falta de transparencia, promesas vacías y, sobre todo, el impacto en la mano de obra proveniente de países menos afortunados.
Un sistema extremadamente engañoso en acción.
La derecha estadounidense repite hasta el cansancio que los inmigrantes ilegales nos están robando los empleos. Sin embargo, no se necesita ser graduado de una de las grandes universidades del pais para saber que tal cantaleta es pura demagogia, porque la mayoría de los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos de una manera u otra terminan haciendo trabajos de baja calificación por nueve dólares la hora o menos que los estadounidenses simplemente no quieren hacer.
Lo irónico es que, hoy en día, las grandes empresas de alta tecnología pagan exactamente lo mismo que esos trabajos de baja calificación, y curiosamente, la derecha no parece tener problema con eso.
Gigantes tecnológicos que mueven miles de millones de dólares han llevado los salarios del sector de inteligencia artificial al nivel de los trabajos menos calificados y peor pagados; pero, aparentemente, el ribete de inteligencia artificial enmascara la situación sin muchos contratiempos.
Tomemos a Appen como ejemplo: su plataforma ofrece trabajos de anotación de datos y entrenamiento de sistemas de inteligencia artificial por apenas $9 la hora. Para alguien que llega desde Honduras con un título de high-school que para nada la sirve en los Estados Unidos, esa cifra puede parecer atractiva; pero en la Florida, donde el costo de vida es altísimo, no alcanza ni para las necesidades básicas.
CrowdGenByAppen: ¿decepción, fraude o incompetencia?
Un día cualquiera de septiembre del 2024, me encontré con la sorpresa que Appen tenía un nuevo look. CrowdGen, sin previo aviso y, evidentemente, sin preparación adecuada, era la nueva cara de Appen.
La ¿ultra moderna? imagen de Appen fue presentada como un gran avance tecnológico que haría el trabajo de los contratistas mucho más fácil y eficiente.
¿La realidad? Caos total y absoluto, errores constantes, falta de comunicación y más trabas para los contratistas muchos de los cuales tuvieron y tienen aún hoy infinidad de problemas para cobrar por su trabajo.
Lamentablemente, Appen no es un caso aislado. Empresas como esta no ofrecen oportunidades; todo lo contrario, explotan a los contratistas de manera inmisericorde, mientras el discurso político desvía la atención hacia otros culpables convenientes… si es que, tan siquiera, se menciona un culpable.
Alta tecnología con cuchillo de palo.
El contraste es absurdo: Appen, -y, seguramente, no es la única- vende servicios de inteligencia artificial avanzada a gigantes como Meta , pero quienes realizan el trabajo, los contratistas, siguen lidiando con herramientas obsoletas que podrian ser catalogadas como antique.
Tomemos como ejemplo la plataforma SRT, un sistema utilizado por quienes trabajan en proyectos relacionados con Facebook, cuyo objetivo es mejorar la seguridad y calidad de las plataformas de Meta, o eso es, al menos, lo que anuncian. A mí, personalmente, me recuerda a Windows 8.
Gracias por ayudar a proteger las plataformas de Meta.
Suena excitante y grandilocuente, ¿cierto? Pues bien, este empleo altamente calificado paga $11 la hora, una cantidad que en Miami es mucho menos de lo que gana el cajero del McDonald’s de la esquina.
¡Pero se pone mejor! El contrato oficial con Appen para proteger Facebook demanda un máximo de una hora de trabajo al día a no ser que se ofrezcan horas extras. Sin embargo, aún si Appen, en un arranque de generosidad, ofreciera una jornada laboral completa de 40 horas a la semana, esos $11 la hora representarían unos $1,200 al mes trás cubrir impuestos y demás obligaciones legales, cantidad que es apenas suficiente para pagar, con suerte, un efichenci… y ni hablar de la comida, porque simplemente no alcanza.
Puede parecer irracional, pero en realidad es puro cinismo: la joya tecnológica del siglo XXI se sostiene gracias al trabajo de contratistas mal remunerados y sin derechos.