Entonces, de vuelta de Las Vegas!(Part I)

✍️ por Wilfredo Domínguez English

Aviso: Este post fue escrito hace más de diez años, y parte de la información, incluidos lugares, horarios y eventos, puede haber cambiado. Por favor, verifica los datos actuales antes de planificar tu visita.

¿Recién llegado de Las Vegas? ¿Quemado por el sol, sin dormir, y aún escuchando las campanitas de las tragamonedas en tus sueños? Perfecto. Adivina qué: por fin puedes tachar el Caesar's Palace y el MGM Grand de tu lista de cosas pendientes antes de morir —¡todo un logro! Te gastaste $10,000 en una semana—en cócteles, mesas de póker, pases VIP y esa renovación de votos nupciales a lo Elvis que ni siquiera recuerdas haber aceptado. Y eso sin contar vuelo ni alojamiento. Pero bueno... ¿valió la pena?
Entering Las Vegas from the South End of the Strip
Llegando a Las Vegas entrando por el sur del Strip

¿Estás muy seguro?

Sí, ya sé... ahora puedes contarle con orgullo a tus amigos sobre las maravillas de la Ciudad del Pecado: los mega jackpots, esas tiendas de recuerdos hipnóticas dentro de los casinos, y hasta esa tienda Coca-Cola de tres pisos donde, de alguna manera, pasaste dos horas. Incluso contarás—en voz alta y muchas veces—cuántas cervezas tomaste. ¡Y gratis! Y las chicas... ¡vaya! ¡Algunas hasta te hablaron! Tienes bastante para presumir, ¿no?

Pero espera. Antes de dejarte llevar por la emoción, ¿recuerdas a tu amigo—sí, ese que siempre arruina la fiesta? Porque en cuanto empieces a hablar emocionado de tus victorias en el casino, él se te va a aparecer con: ¡Enséñame las fotos que hiciste en Hoover Dam.

¡Ahí mismo se jode la bicicleta!

¿Qué? ¿Dónde? ¿Fotos? No, no tomaste ninguna. De hecho, estás bastante seguro de que ni siquiera visitaste ese sitio en particular... aunque quizá tu esposa sí, en una de sus excursiones de compras. En fin, esa presa Hoover-o-lo-que-sea está definitivamente fuera del Strip, ¿no? O sea, caminaste todo el Boulevard de Las Vegas y no la viste por ningún lado.

Bueno, resulta que la tal Hoover-no-sé-qué no es un casino... y tu amigo, mejor conocido como el pasmapalo, lo sabe. Pero no te sientas mal. No eres el único. De hecho, estás en buena compañía. La Ciudad del Pecado produce historias como la tuya por millones—cada una marcada con el mismo remordimiento brillante y ese imán de nevera que dice I ❤️ Vegas

En serio, ¿ qué hay para ver aparte de los casinos?
Entrada al Parque Nacional Zion. Foto de Danika Perkinson.
Entrada al Parque Nacional de Zion

¿Te estás preguntando qué hay además de los casinos? Bueno, no eres el único despistado. ¡Hay MUCHO para ver—con mayúsculas! M-U-C-H-O. Y adivina qué: ¡justo al doblar de la esquina y MUCHO más barato que $10,000!

Mira, supongamos que no eres el mejor planificador de viajes. Eso se entiende. Pero, coño, en tu primer día completo en Las Vegas, podrías haber buscado en Google el Parque Nacional de Zion¡a solo tres horas en carro! Bueno, eso si manejas sin parar... pero lo dudo. Vas a a parr, te lo aseguro. Y el viaje va a tomarte un poquito más. Por ejemplo, hablndo de parar, lo primero que te vas a encontrar es Mesquite, y créeme, vas a querer detenerte ahí. Te lo garantizo.

Parque Nacional Zion. Foto de Michael Louie.

Porque este pequeño pueblo es casi que una parada obligatoria. Entre otras cosas, no te vas a querer perder el el marcador de la frontera entre NV, AZ y UT conocido como Tripoint.

Entrando a Mesquite
Entrando a Mesquite

Mesquite está a unas 80 millas al norte de Las Vegas. No es precisamente una metrópolis. Su población apenas roza los 23,000 habitantes. Aun así, ¡te va a sorprender! Este pueblito tiene una belleza natural que raya en lo surrealista.

El trayecto desde Vegas es especialmente refrescante, sobre todo a finales del verano. Apenas entras al pueblo, te reciben vistas espectaculares del desierto que lo rodea y campos de golf alucinantes que se mezclan con vecindarios tranquilos donde uno piensa: ¿Y si me mudo para acá?

Desde aquí, estás a un pasito de Arizona. Y seguramente pasarás por un pueblo fantasma con solo 500 habitantes —¡si logras encontrarlo en el mapa! Pero hay un cartel, así que no te lo pierdes. Y sí—hay un cactus. Bueno, docenas. Parece sacado de un libro del Dr. Seuss... si el doctor se hubiera dedicado a la jardinería desértica.

Ah, y no te dejes engañar por el desierto. De día quema, sí, pero por aquí arriba refresca rápido—especialmente de noche. Si vienes de un lugar calientico como Miami, trae capas y planea tu viaje antes del invierno. Es más tranquilo. Más barato. Y tus sandalias no se te congelarán al piso.

Camino a Utah: búfalos, buena comida, iglesias y templos.

Desde Arizona, cruzar a Utah es pan comido—la frontera está a menos de una hora. Y si nunca has visto un búfalo de verdad, de cerca, esta es tu oportunidad. ¡Vivitos y coleando! Y, si te pones de suerte, ¡hasta puedes darles de comer! Eso sí, ten cuidado... que no son muy amistosos que digamos.

Llegado a Utah, St. George te queda justo cruzando la línea. Parece sacado de una película de los años 50—limpísimo, con cafés a la antigua que sirven comida casera espectacular. Intenta decirle que no a un buen filete aquí. Ah, y recuerda: estás en territorio mormón, así que verás iglesias y templos por todos lados.

Templo mormón
Templo mormón en St. George, UT

Estando aquí, ya te estás acercando al Parque Nacional de Zion. Desde St. George, sigue rumbo a Springdale, un pueblo encantador que parece detenido en el tiempo. Es la puerta de entrada a Zion.

Pero antes de llegar, pasarás por Hurricane. Así que vamos a hacer una pausa aquí para contarte un poco más sobre los búfalos que mencioné antes.

Corría el año 2004 o 2005. Mi novia y yo llegamos al pueblo, ese Hurricane, justo antes de que anocheciera. Antes de registrarnos en el motelito local , nos desviamos hacia una reserva de animales cercana. Había una cerca alta, y del otro lado—búfalos. Enormes, lentos, con pinta prehistórica. Y si la memoria no me falla, también había alces. Las gallinas andaban sueltas por todos lados, picoteando y brincando como si fueran las dueñas del sitio, mientras un señor con una escoba barría el polvo del desierto como si llevara cien años haciéndolo.

Cerca de la valla había una caja de madera con un letrero que decía: Comida para búfalos – $2. Dentro, unas bolsitas de papel llenas de semillas. Al lado, otra cajita: Deje su dinero aquí. Y ya. Ni cámaras ni empleados. Solo confianza.

Tomamos una bolsita. Mi novia como que se asustó—porque en cuanto los búfalos nos vieron, empezaron a acercarse, sabiendo perfectamente que la cena estaba servida. Y olían... uf, como si se hubieran bañado en un pantano. Pero yo me animé, metí la mano por la cerca y les ofrecí un puñado de semillas. Pasé varios minutos alimentándolos—tan cerca que se escuchaba cómo resoplaban y masticaban. Fue extrañamente pacífico... y un poco aterrador.

Al fin, Springdale.
Llegando a Springdale, UT
Llegando a Springdale, UT

¡Ufff! Lo lograste. Y adivina qué: Springdale tiene un Holiday Inn Express que no tiene nada que ver con esos moteles de desayuno continental desabridos. ¡Las vistas desde la piscina son de otro mundo!

Comer en Springdale es una delicia, y las tiendas tienen cosas realmente únicas—productos hechos a mano por artesanos indígenas por todos lados. Yo compré un cinto de cuero allí hace años y todavía está como nuevo. No puedo decir lo mismo de algunas cosas que compré en el centro comercial...

En total, calcula unas cinco horas de viaje desde Las Vegas hasta Zion. Pero créeme: ¡vale totalmente la pena!

Parque Nacional Zion: el gran final.

Primer consejo: ¡no trates de llegar manejando hasta la entrada del parque! Lo más probable es que no encuentres ni un solo lugar donde parquear. Mejor toma el shuttle desde Springdale, que pasa cada 10 minutos y es un paseo tranquilo, ideal para conservar energía que vas a necesitar, créeme.

Próximamente, en la Parte II: cómo caminar y caminar en Zion sin morir deshidratado, y la magia de las rocas rojas al amanecer. No te lo pierdas.


Referencias: